23 Oct Una puerta de embarque, un termo y 15 consejos para dormir en aeropuertos
Si alguna vez tengo que dormir en el aeropuerto de Düsseldorf, que sea en la puertaA35. A pesar de que me considero una persona decente que prefiere dormir en un sitio normal y no cambio mis ocho horas de sueño por nada (bueno, a lo mejor por una taza de Earl Grey pero, si no es por eso, por nada), a veces no queda más remedio que echarse tres o cuatro horas de madrugada en un aeropuerto perdido en el medio de la nada -y no estoy hablando de países exóticos; ya me he encontrado de madrugada en aeropuertos perdidos en el medio de la nada en Europa, habiendo dado por hecho (erróneamente) que encontraría comodidades propias de este siglo como autopistas, tiendas Duty Free para curiosear o electricidad.
En esta ocasión no tengo más que una o dos horas de deambular frente a la puerta de embarque con la maleta más grande que pueda colar en la cabina (lo suficientemente grande para que te sea incómodo cargar con ella por el aeropuerto adelante; lo suficientemente pequeña como para que quepa solo la mitad de lo que querías llevar contigo). Habiendo recorrido tres veces la sección de perfurmería, vi una puerta que, curiosamente, no estaba decorada con el típico cartel de prohibido el paso. Y acompañada de esa música misteriosa que suena en las películas cuando los niños abren el armario que lleva a Narnia. subí unas escaleras escondidas que me llevaron al Paraíso de la Puerta A35.
En cuanto la puerta se cerró tras de mí, el ruido de la gente, las maletas, los anuncios de embarque y las señoras de la limpieza se apagó y me encontré pisando moqueta gris oscura, envuelta por ese silencio de las salas de cine. El rincón es perfecto: con vistas a las pistas de embarque, las pantallas de los vuelos bien situadas, nadie a la vista y asientos tapizados en cuero ¡sin reposabrazos¡ Incluso los hermanos Gasol estarían cómodos acostados en estos asientos. Unos días antes había encontrado esta lista de 15 consejos para dormir en aeropuertos y había decidido ponerlo en práctica a la mínima oportunidad. Así que, con la confianza de quien se siente como en casa, elegí el mejor sitio del área, me descalcé, puse la alarma del móvil para no llevarme un susto y saqué mi termo CONTIGO lleno con una infusión de Armonía que me había preparado en casa antes de salir antes: deberíais ver la cara de la empleada de la cafetería cuando le dije que quería dos tazas de agua para hacer té con el sobre al lado -explicarle que solo quería el agua ya ha resultado en otras ocasiones contraproducente. Aunque el aeropuerto de Düsseldorf no se haya colado en la lista de los 15 mejores aeropuertos del mundo para dormir, desde aquí lo nomino para la posición 16.
El aroma del cilantro, la menta, la ortiga, el jengibre siempre tienen en mí ese efecto relajante, pero con un toquecillo picante que me mantiene alerta. Por eso, cuando por fin llegó el momento de embarcar, casi levité hasta mi asiento en ventanilla y me dediqué a disfrutar del runrun de las turbinas del avión con una sonrisa boba en los labios.
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